En casi cada cultura existe una ceremonia para cuando un muchacho se vuelve un hombre, o cuando una joven entra a su etapa de volverse una mujer. Nuestro deporte tiene la misma clase de ritual, sólo que no es un corte tan claro o… ceremonial.
El rito del pasaje, o el dar la bienvenida a la edad adulta (en términos atléticos), es aceptar que uno debe sufrir para alcanzar su potencial. Este sufrimiento no es lo que se tiene que hacer o vivir durante una sola práctica, en un set difícil, pero más que todo, el sufrimiento que se acepta vivir durante las diez prácticas de la semana, en la octava semana de una temporada, y en ese set tan difícil que no piensas que puedes hacer.
Al mirar los recientes campeonatos del mundo, todos nos sorprendimos una vez más de lo que Michael Phelps podía lograr. Sé que hay muchos jóvenes y niños afuera que piensan “oh sería padrísimo si pudiera hacer una cosa como él fue capaz de lograr.” También se tiene la tentación incluso de pronunciar la línea infame de la publicidad de Nike, “Quiero ser como Mike.” La pregunta VERDADERA es… realmente, ¿esto es lo que quieres?
Hace algunos años, mientras Mike se preparaba para los Juegos Olímpicos de 2004, hubo una entrevista, en el cual hablaba de los últimos años donde entrenó 7 días a la semana. La última vez que lo comprobé, todavía había solamente 7 días EN una semana, así que Mike tenía casi todo cubierto. ¡No había un día en el cual no tocaba el agua…. por lo menos por un par de AÑOS!
¿Quién está realmente dispuesto a poner ese tipo de esfuerzo?
También leí otra entrevista hace unos años a cerca del golfista Fred Couples (la mayoria no sabrá quién es Fred, sin embargo, sigue siendo muy competitivo). En aquel entonces, Fred acababa de ganar un torneo y alguien vino hasta él y dijo, “Ojalá pudiera jugar golf como Usted.” La respuesta de Fred fue algo como, “Oh estoy seguro que pudiera, si estuviera dispuesto a permanecer en el campo hasta que casi no pudiera sostener el palo, o si se quedara practicando hasta que los callos en sus dedos se abran y se pongan a sangrar… como lo hice.” Muy probablemente fue aún más duro en su respuesta, pero es absolutamente la verdad.
¿Quién está realmente dispuesto a poner ese tipo de esfuerzo?
Todos tenemos historias sobre nuestro entrenamiento, sobre los sets que hicimos, o cómo fuimos rápido tal día, o tal semana. Las historias que conducen a la grandeza, sin embargo, son las que hablan del sufrimiento no durante un día o una semana — pero por temporadas o años.
Me acordé de todo esto recientemente cuando mi hijo comenzó atletismo más formalmente en el programa de track. Casi al mismo tiempo fue invitado a formar la “selección” local de un equipo de fútbol. Cada día después de la escuela, se queda para su entrenamiento en la pista. Siendo un corredor de medio fondo, pasa la mayoría de su tiempo de entrenamiento haciendo de 10 a 13 kilómetros alrededor de la pista, y en los caminos que hay alrededor de la isla donde vivimos. Ciertas noches apenas tiene 30 minutos después de su entrenamiento de atletismo para comer un poco, y seguir con su entrenamiento de fútbol. Inicialmente, como padre, me sentía mal por él, intentando imaginarme que tan cansado se podía sentir después del entrenamiento de fútbol donde él debía entrenar con otros atletas más grandes que él y para quienes el entrenamiento de fútbol era la única actividad deportiva del día.
Entonces me acordé de MI primer año de estudiante en la preparatoria. Así era: Entrenamiento en la mañana en el club de natación, después escuela, después entrenamiento de natación con el equipo de la preparatoria, después mi madre me conduciría al centro local de nautilus donde levantaba pesas por alrededor de 45 minutos, y finalmente me llevaba a la práctica del club de natación nuevamente para acabar el día. Cuatro sesiones separadas de entrenamiento cada día, y sí sufrí.
Durante el sufrimiento, uno busca cada razón por no hacerlo. Hay el trabajo de la escuela, que es en última instancia el más importante, pero se necesita aprender la administración y la planeación del tiempo, esto es una cosa de adulto. Hay el novio o la novia que no debe estar para nada en esta ecuación, sí discúlpeme, pero es una realidad, es una cosa social, y si quieres ser un gran atleta vas a tener que entender esto (establecer prioridades en tu día, haciendo cosas que son en última instancia productivas, esto es una cosa de adulto). Hay el cansancio y los dolores del cuerpo por el ejercicio, acostúmbrate, es algo que no importa mucho, no eres el primero en pasar por ahí. (Esto combina la administración de tu tiempo y el saber dar prioridad a lo importante; estás desperdiciando tu día haciendo cosas que no te benefician, o no tienes suficiente tiempo para descansar porque estás perdiendo el tiempo en otras cosas). Hay el dolor, que es parte del ser atleta porque el dolor no necesariamente para cuando termina la práctica (también aprende a tomar tiempo para estirar en la noche para prepararte para los días siguientes de entrenamiento).
Cuando te des cuenta de todo lo que se necesita para ser un gran atleta, te darás cuenta que hay algunas realidades que tienen que ser aceptadas. ¿Realmente tienes el TIEMPO DE SER un gran atleta? ¿Son tus demandas de la escuela o las demandas sociales demasiado grandes para que puedas dedicar todo el tiempo que se requiere para ser un gran atleta? Establecer prioridades se refería en el pasado a sacrificio. La gente en general hablaba de las fiestas a las cuales el atleta no podía ir, los bailes que faltaba, al hecho de que no podía salir con los amigos, o ir al cine, etc., como “sacrificio.” Sin embargo, los atletas han dado simplemente una prioridad más alta a su deporte, y no sienten esto como un sacrificio. Escucharás RARAMENTE a un gran atleta hablar de lo que él “no ha podido hacer,” al contrario, te hablará de lo que ha logrado. También escuchas a grandes atletas hablar de cómo NUNCA harían cualquier cosa diferentemente. Apuesto que si escuchas a alguien decir que le hubiera gustado hacer otra cosa, nunca hubieras escuchado que es un grandioso atleta.
He dicho durante mucho tiempo que no tienes que tener el potencial DE SER atleta olímpico para vivir la vida de un campeón olímpico. Las Olimpiadas, o competencias cerca de ese nivel, duran en última instancia apenas algunos días. La preparación para alcanzar este potencial (o tu propio potencial) toma AÑOS. Cuando un atleta olímpico y un atleta que ha alcanzado su potencial hablan, pueden comparar las historias de sus respectivas preparaciones, las historias de cómo manejaron su tiempo, de cómo manejaron el dolor, cómo encontraron un equilibro en sus vidas, para llegar al punto…. sufrieron en última instancia.
En mi opinión, nuestro “ritual del pasaje” a la edad adulta como atletas es sufrir. Pero es un tipo muy específico de sufrimiento. No es el sufrimiento puesto sobre nosotros por nuestros entrenadores, sino, el sufrimiento que hemos elegido poner en nosotros mismos cada día de la semana, por años.
A cada atleta joven que lucha entre metas sociales y atléticas, le deseo buena suerte con su decisión. Lo que es correcto para ti, será lo que tú escoges, y este ritual del pasaje no es ciertamente para todos. No escogerlo no es un fracaso, sino más bien otra etapa hacia la edad adulta mientras afinas tu trayectoria en el mundo. Solamente enfócate en algo, y sé grande en eso.
En casi cada cultura existe una ceremonia para cuando un muchacho se vuelve un hombre