De la inestabilidad al rendimiento deportivo

Durante estos últimos días es posible percibir cómo todos los deportes se han especializado más en búsqueda de un óptimo desarrollo deportivo, esto gracias a los avances tecnológicos (sistemas de entrenamiento, nutrición y de recuperación del metabolismo de los deportistas, entre otros) que se presentan cada día en la mayoría, si no en todas, las disciplinas deportivas.

Durante más de una década de estar involucrado en la natación en diferentes niveles de aprendizaje y desarrollo tuve la oportunidad de trabajar en uno de los mejores lugares de Estados Unidos, Austin Texas. Allí se encuentra la cantera de la natación universitaria, universidades que tienen en sus filas nadadores de la talla de Ian Crocker, Aaron Piersol y Brendan Hansen, además de una larga lista de aspirantes a los prestigiosos equipos.

De igual forma, se encuentra en la misma ciudad el llamado CIRCLE C, el equipo del entrenador Eddie Reese, quien es a su vez el entrenador de la universidad de Texas. Todos los equipos de la ciudad trabajan en función de llenar las canteras de equipos de este nivel, y fue durante mi permanencia a lo largo de casi cinco años laborando en un equipo de esta ciudad donde reforcé y prácticamente revalué mis conocimientos de la natación competitiva. Muchas inquietudes se me presentaron durante mi permanencia y afortunadamente las pude resolver. A mi regreso a Colombia pude determinar muchas variables que podrían ser las directas responsables de nuestra diferencia de resultados deportivos comparados con las grandes potencias deportivas.

Inicié desarrollando mucho trabajo en la técnica en las categorías inferiores y fue cuando desperté una gran curiosidad por trabajar en otros deportes aprovechando el conocimiento de otro idioma. Entonces, inicie con el golf, donde me enfrenté a un deporte con sistemas de enseñanza y entrenamientos muy diferentes a los que estaba acostumbrado.

Entendí la importancia del balance y la estabilidad en el desarrollo y la aplicación de una fuerza, en este caso el movimiento del swing de golf, donde se debe tener mucho control para poder permanecer balanceado al tiempo que se ejecuta un gran esfuerzo al ejecutar un movimiento explosivo en función de golpear una bola dentro de una distancia determinada, principalmente por el objeto en este caso el palo de golf.

Inicié como preparador físico de golfistas de alto nivel, con muy buenos resultados, enfocando mi trabajo desde el punto de vista de la estabilidad y el desarrollo de la fuerza y la resistencia desde la misma, fue entonces cuando decidí hacer lo mismo con los nadadores, en este caso con movimientos que conducen al desarrollo muscular de los estilos en este deporte.

La clave estaba en seguir el principio de la especificidad, el cual establece que el entrenamiento debe imitar las demandas de un deporte en particular produciendo adaptaciones positivas al entrenamiento, pero utilizando al mismo tiempo las nuevas tendencias del entrenamiento físico que implementan rutinas de trabajo inestables.

Todo redunda en realizar movimientos unilaterales generando un desbalance que permite al cuerpo generar una compensación realizada por él mismo al desarrollar la musculatura de la región abdominal, dorsal y alrededor del centro del cuerpo, es decir fortaleciendo el centro de gravedad del individuo.

Se escuchan diferentes teorías en cuanto a la inestabilidad, en mi experiencia personal tanto con golfistas como con nadadores he comprobado que el trabajo inestable fortalece el sistema neorumuscular, puesto que es estimulado en mayor proporción que cuando se hace en superficies estables al incrementar la demanda propioceptiva y generando estrés a la región abdominal, sitios claves en la generación de balance y equilibrio durante el gesto motor específico de la actividad.

Existen estudios donde la musculatura de la región abdominal es incrementada a través de ejercicios de inestabilidad, donde uno de los mejores trabajos es el realizado sobre balones de fitball o pilates.

Al realizar una coordinación entre la posición final y la estabilización requerida durante el gesto, ejecutando un movimiento donde el cuerpo permanezca separado de la superficie del suelo y pueda mantenerse balanceado durante un periodo de tiempo determinado y más aún en un nivel de dificultad mayor, con movimientos propios del deporte que se practica (en natación los movimientos de los estilos y en golf realizando swings con los brazos) se requiere de toda la musculatura alrededor de la parte central del cuerpo, entendiendo que no solo intervienen los músculos abdominales ni los dorsales, sino también la espalda, el ancho dorsal, el oblicuo externo y la fascia toracolumbar, Esto a nivel externo, en cuanto a nivel profundo se encuentra el oblicuo interno y el músculo erector de la espina, los cuales se encuentran soportando el centro del cuerpo y se encuentran conectados con el tren inferior al tiempo que activan el aductor mayor y el recto femoral, estos podríamos decir son los grupos musculares encargados principalmente de sostener el cuerpo en balance.

En la medida que estos músculos ganen balance obtendrán un mayor desarrollo muscular al tiempo que poseerán la facultad de resistir un esfuerzo más prolongado, liberando a su vez las extremidades superiores e inferiores permitiendo una mejor ejecución de la técnica deportiva y por consiguiente mejores resultados competitivos. Esto lo podemos apreciar directamente durante el entrenamiento al poder permanecer ejecutando movimientos técnicos más finos durante más tiempo, prolongando el fallo muscular que es uno de los factores  que nos obligan a disminuir las cargas durante el entrenamiento.

La flexibilidad es también uno de los factores a desarrollar por cuanto el estrés generado por este tipo de preparación es mínimo frente al generado por elementos de carga y peso, especialmente cuando llevamos nuestros deportistas al gimnasio con el propósito de obtener más fuerza general y específica, al realizar este tipo de trabajo con pesas y resistencia asistida sacrificamos los niveles de flexibilidad por cuanto tenemos que aumentar las sesiones de entrenamiento en flexibilidad y fuerza y disminuyendo los de trabajo específico, es decir si ganamos en un lado perdemos en el otro.

El trabajo de inestabilidad o de balance permite trabajar la flexibilidad al tiempo que se gana en fuerza específica, puesto que las articulaciones descargan el estrés directamente sobre el centro del cuerpo teniendo como resultado rangos de movimiento más amplios durante la ejecución y si realizamos los movimientos en función del deporte a practicar estamos desarrollando tres tareas en una sola permitiendo ganar más tiempo para la práctica del deporte y distribuyendo el tiempo mejor en trabajo de retroalimentación de la técnica y sobre todo en la adecuada recuperación de las cargas de trabajo.

Todo esto se transforma en beneficios para el deportista que le permitirán a los entrenadores planificar con más calma y obtener resultados competitivos durante gran parte de la temporada o cuando el plan lo requiera, con una gran variable, la disminución de riesgos de lesiones que en el caso golf son más seguidas que en otras disciplinas puesto que el golf demanda un elevado grado de rendimiento permanente o de lo contrario se pierden en ocasiones los beneficios adquiridos a través de éste, como cupos para eventos internacionales o en caso de los profesionales, la reducción del nivel de ingresos.